Se identifica con la palabra perseverancia, la que también describiría su pasión por la profesión que eligió y que contagia con el entusiasmo que la caracteriza.
Susana Kamper de De León
Por: Claudia de Hernández
Es la cuarta de siete hijos de un matrimonio de madre colombiana y padre austríaco. Creció en la ciudad de Bogotá, donde también se graduó de la Universidad del Rosario como licenciada en Terapia Ocupacional, siendo ésta la primera prueba de perseverancia, según indica. Siempre he amado mi profesión y doy gracias a Dios de no haberme equivocado en mí elección, comenta.
Siendo una mujer diligente, no se conformó con la licenciatura; enfocada en que desde la profesión se puede apoyar a la sociedad, realizó una primera especialización en Administración en Salud en el año 1983. Y fue la afinidad en las ciencias médicas la que le hizo conocer a quien siete años después sería su esposo: el doctor quetzalteco Valerio de León, quien también estudió esta disciplina en Colombia.
Paralelo, la licenciada Kamper fue Coordinadora del Grupo de Rehabilitación del Servicio de Salud de Bogotá, perteneciente a la sección de programas Médicos Especiales, en Salud Pública. Desde 1984 hasta 1988 apoyó directamente la creación de servicios de rehabilitación a nivel de hospitales regionales, policlínicos, centros y puestos de Salud; también en esta ciudad pero en 1986 participó en un proyecto de cooperación internacional con la organización COTECTNO, una ONG italiana, que la llevó a capacitarse en distintas ciudades de Italia, apoyando los procesos de integración total de niños discapacitados a su vida escolar, familiar, comunitaria y espiritual; vivió en este país europeo durante seis meses, al término de éstos llevó el conocimiento adquirido a su entrañable Bogotá.
Había logrado muchas metas a nivel profesional y académico, sin embargo su motivación de ser madre la hizo aceptar la propuesta de matrimonio con aquel doctor quetzalteco que conoció en Colombia. Y fue así como dejando a su familia, amigos, posición en el sector salud en su país de origen, arribó a Guatemala; y desde momento han transcurrido ya 20 años.
Su primer lugar de residencia en este país fue el caluroso Mazatenango, porque a su esposo le nombraron Jefe de Área de Salud de Suchitepéquez. Fue en este departamento donde nacieron sus dos hijos Valeria y Helmut, cumpliendo así una de sus más grandes realizaciones. Residía en el mencionado departamento, donde se dio cuenta de la carencia de servicios de rehabilitación en terapia física y ocupacional, específicamente en el interior del país.
Transcurría el año 1992 cuando Dimas Ventura y Alfonso Sáenz, siendo presidente y vicepresidente de la organización Teletón a nivel Suchitepéquez, al enterarse de que la profesión de Susana era la Terapia Ocupacional, le solicitaron apoyo para organizar la primera Teletón en el departamento de Mazatenango; entonces, su espíritu enérgico le hizo tomar el proyecto, mismo que generó además la apertura de una Clínica en una casa sencilla, como la primera clínica Fundabiem.
Ya para la segunda Teletón, al ver el trabajo realizado, la población del lugar les donó la mitad de un terreno en la salida de Mazatenango, y la organización Teletón compró lo que faltaba del mismo. Lo cierto es que guardo muy bonitos momentos de Fundabiem Mazatenango se me permitió construir la clínica con todos los requisitos arquitectónicos básicos para discapacidad, con espacios abiertos, iluminados , ventilados…, expresa.
La gestión en Mazatenango seguía exitosa, sin embargo, la licenciada Kamper identificó otra debilidad: la falta de personal calificado. De allí surge la idea de crear una carrera en Terapia física y en terapia ocupacional, y esto fue lo que finalmente la llevó a la ciudad de Quezaltenango, en específico a la Universidad Rafael Landívar. Recuerda que fue a través de don Carlos Eggenberger, esposo de la presidenta de la organización Teletón, de ese entonces, quien realizó el contacto inicial con este campus de la Universidad.
Por el año 1994, la licenciada Laura Ronquillo, era entonces la Secretaria de las Facultades de Quetzaltenango, de la Landívar quien, junto al Dr. Alfonso Loarca, director del campus de esa época, se encargaron de recibir y revisar el proyecto de Susana Kamper de la creación del Técnico Universitario en Terapia Física y Terapia Ocupacional, el que después de dos años fue aprobado para la Facultad de Humanidades, porque aún no existía Ciencias de la Salud. De esa cuenta, el dos de enero de 1996, inició la carrera apoyada por Fundabiem, que en un inicio ayudaría por tres años. Sin embargo todo salió muy bien y ya para el segundo año la carrera era auto sostenible.
La tenacidad se hizo presente, y además de ayudar a la carrera, como un logro personal, la licenciada Kamper logró la habilitación del servicio de Terapia Física y Terapia Ocupacional en distintas instituciones no sólo de Quetzaltenango, sino de la región. Las entidades que aceptaron y en donde se presta el servicios profesional de rehabilitación desde 1997 son: Hospital Regional de Occidente, Fundabiem, Casa Hogar del Niño Minusválido, Asilo de ancianos Indigentes San José, Asilo de ancianas Santa Luisa de Marillac, Centro de Salud La Esperanza, Deporte Adaptado, en Fundal, Club social y deportivo Mario Camposeco, y en la escuela de niños sordos Elisa Molina de Sthal.
La pasión por su profesión le ha hecho trascender ya que recuerda satisfecha que desde 1999, el tema discapacidad está siendo atendido y cubierto por la Universidad Rafael Landívar, todo involucra nuestro nombre y nuestro hacer diario, enfatiza; no sólo en discapacidad, sino en deporte adaptado y de alto rendimiento, se ha llegado con programas de atención a clubes deportivos de ciclismo y fútbol, categorías, gracias a egresados de la carrera que se fundó por su impulso, se atiende en la capital a niños y adultos con cáncer en el Instituto Nacional de Cancerología (Incan), así también en las jornadas médicas del Hermano Pedro de Antigua Guatemala, cuando se hacen trasplantes de cadera total o parcial; se ha abarcado la educación con inserción de niños en escuelas y colegios y habilitado servicios para niños con retos múltiples apoyando la creación y funcionamiento de Fundal de Quetzaltenango y Huehuetenango. Se ha hecho presencia en los centros de recreación y deporte del Ministerio de Cultura y Deportes y se atiende en gimnasios privados por ejemplo en Corozos del Irtra, en Retalhuleu.
Mi espíritu esta inquieto, señala la licenciada Susana Kamper, porque a pesar de que ha luchado incansablemente por abrir espacios a favor de los discapacitados, la sociedad aún no los integra en su diario vivir. Las ciudades no son accesibles para ellos. Ese fue una de las motivaciones de estudiar el Diplomado Internacional en Derechos Humanos con especialidad en Educación en Derechos Humanos, el año pasado; con este suma dos títulos más obtenidos en la Universidad Rafael Landívar, el otro es una Especialización en Docencia Universitaria, que obtuvo para seguir acreditando su cargo dentro de este campus.
Inmersa ya en un estadio más tranquilo espiritualmente hablando, Susana ha logrado encajar su vida desde la cosmovisión ignaciana. Ha dejado su fe de Primera Comunión, para reconciliarse con su pasado y potencializar sus habilidades en construcción de un mejor presente y futuro. Hoy entiendo mejor que nunca, la misión que Dios tenia para mí y porque superó innumerables pruebas, que antes no entendía.
En el futuro se ve disfrutando a sus hijos en sus diferentes etapas; dado que muchos egresados la han hecho parte de su vida, sigue compartiendo puntos comunes que forman otra familia que para ella es sustancial; finalmente tiene la plena intención de mejorar siempre su relación con Dios, lo que continuará fortaleciendo con ello su crecimiento personal, para “ser para los demás”.
Susana Kamper de De León
Por: Claudia de Hernández
Es la cuarta de siete hijos de un matrimonio de madre colombiana y padre austríaco. Creció en la ciudad de Bogotá, donde también se graduó de la Universidad del Rosario como licenciada en Terapia Ocupacional, siendo ésta la primera prueba de perseverancia, según indica. Siempre he amado mi profesión y doy gracias a Dios de no haberme equivocado en mí elección, comenta.
Siendo una mujer diligente, no se conformó con la licenciatura; enfocada en que desde la profesión se puede apoyar a la sociedad, realizó una primera especialización en Administración en Salud en el año 1983. Y fue la afinidad en las ciencias médicas la que le hizo conocer a quien siete años después sería su esposo: el doctor quetzalteco Valerio de León, quien también estudió esta disciplina en Colombia.
Paralelo, la licenciada Kamper fue Coordinadora del Grupo de Rehabilitación del Servicio de Salud de Bogotá, perteneciente a la sección de programas Médicos Especiales, en Salud Pública. Desde 1984 hasta 1988 apoyó directamente la creación de servicios de rehabilitación a nivel de hospitales regionales, policlínicos, centros y puestos de Salud; también en esta ciudad pero en 1986 participó en un proyecto de cooperación internacional con la organización COTECTNO, una ONG italiana, que la llevó a capacitarse en distintas ciudades de Italia, apoyando los procesos de integración total de niños discapacitados a su vida escolar, familiar, comunitaria y espiritual; vivió en este país europeo durante seis meses, al término de éstos llevó el conocimiento adquirido a su entrañable Bogotá.
Había logrado muchas metas a nivel profesional y académico, sin embargo su motivación de ser madre la hizo aceptar la propuesta de matrimonio con aquel doctor quetzalteco que conoció en Colombia. Y fue así como dejando a su familia, amigos, posición en el sector salud en su país de origen, arribó a Guatemala; y desde momento han transcurrido ya 20 años.
Su primer lugar de residencia en este país fue el caluroso Mazatenango, porque a su esposo le nombraron Jefe de Área de Salud de Suchitepéquez. Fue en este departamento donde nacieron sus dos hijos Valeria y Helmut, cumpliendo así una de sus más grandes realizaciones. Residía en el mencionado departamento, donde se dio cuenta de la carencia de servicios de rehabilitación en terapia física y ocupacional, específicamente en el interior del país.
Transcurría el año 1992 cuando Dimas Ventura y Alfonso Sáenz, siendo presidente y vicepresidente de la organización Teletón a nivel Suchitepéquez, al enterarse de que la profesión de Susana era la Terapia Ocupacional, le solicitaron apoyo para organizar la primera Teletón en el departamento de Mazatenango; entonces, su espíritu enérgico le hizo tomar el proyecto, mismo que generó además la apertura de una Clínica en una casa sencilla, como la primera clínica Fundabiem.
Ya para la segunda Teletón, al ver el trabajo realizado, la población del lugar les donó la mitad de un terreno en la salida de Mazatenango, y la organización Teletón compró lo que faltaba del mismo. Lo cierto es que guardo muy bonitos momentos de Fundabiem Mazatenango se me permitió construir la clínica con todos los requisitos arquitectónicos básicos para discapacidad, con espacios abiertos, iluminados , ventilados…, expresa.
La gestión en Mazatenango seguía exitosa, sin embargo, la licenciada Kamper identificó otra debilidad: la falta de personal calificado. De allí surge la idea de crear una carrera en Terapia física y en terapia ocupacional, y esto fue lo que finalmente la llevó a la ciudad de Quezaltenango, en específico a la Universidad Rafael Landívar. Recuerda que fue a través de don Carlos Eggenberger, esposo de la presidenta de la organización Teletón, de ese entonces, quien realizó el contacto inicial con este campus de la Universidad.
Por el año 1994, la licenciada Laura Ronquillo, era entonces la Secretaria de las Facultades de Quetzaltenango, de la Landívar quien, junto al Dr. Alfonso Loarca, director del campus de esa época, se encargaron de recibir y revisar el proyecto de Susana Kamper de la creación del Técnico Universitario en Terapia Física y Terapia Ocupacional, el que después de dos años fue aprobado para la Facultad de Humanidades, porque aún no existía Ciencias de la Salud. De esa cuenta, el dos de enero de 1996, inició la carrera apoyada por Fundabiem, que en un inicio ayudaría por tres años. Sin embargo todo salió muy bien y ya para el segundo año la carrera era auto sostenible.
La tenacidad se hizo presente, y además de ayudar a la carrera, como un logro personal, la licenciada Kamper logró la habilitación del servicio de Terapia Física y Terapia Ocupacional en distintas instituciones no sólo de Quetzaltenango, sino de la región. Las entidades que aceptaron y en donde se presta el servicios profesional de rehabilitación desde 1997 son: Hospital Regional de Occidente, Fundabiem, Casa Hogar del Niño Minusválido, Asilo de ancianos Indigentes San José, Asilo de ancianas Santa Luisa de Marillac, Centro de Salud La Esperanza, Deporte Adaptado, en Fundal, Club social y deportivo Mario Camposeco, y en la escuela de niños sordos Elisa Molina de Sthal.
La pasión por su profesión le ha hecho trascender ya que recuerda satisfecha que desde 1999, el tema discapacidad está siendo atendido y cubierto por la Universidad Rafael Landívar, todo involucra nuestro nombre y nuestro hacer diario, enfatiza; no sólo en discapacidad, sino en deporte adaptado y de alto rendimiento, se ha llegado con programas de atención a clubes deportivos de ciclismo y fútbol, categorías, gracias a egresados de la carrera que se fundó por su impulso, se atiende en la capital a niños y adultos con cáncer en el Instituto Nacional de Cancerología (Incan), así también en las jornadas médicas del Hermano Pedro de Antigua Guatemala, cuando se hacen trasplantes de cadera total o parcial; se ha abarcado la educación con inserción de niños en escuelas y colegios y habilitado servicios para niños con retos múltiples apoyando la creación y funcionamiento de Fundal de Quetzaltenango y Huehuetenango. Se ha hecho presencia en los centros de recreación y deporte del Ministerio de Cultura y Deportes y se atiende en gimnasios privados por ejemplo en Corozos del Irtra, en Retalhuleu.
Mi espíritu esta inquieto, señala la licenciada Susana Kamper, porque a pesar de que ha luchado incansablemente por abrir espacios a favor de los discapacitados, la sociedad aún no los integra en su diario vivir. Las ciudades no son accesibles para ellos. Ese fue una de las motivaciones de estudiar el Diplomado Internacional en Derechos Humanos con especialidad en Educación en Derechos Humanos, el año pasado; con este suma dos títulos más obtenidos en la Universidad Rafael Landívar, el otro es una Especialización en Docencia Universitaria, que obtuvo para seguir acreditando su cargo dentro de este campus.
Inmersa ya en un estadio más tranquilo espiritualmente hablando, Susana ha logrado encajar su vida desde la cosmovisión ignaciana. Ha dejado su fe de Primera Comunión, para reconciliarse con su pasado y potencializar sus habilidades en construcción de un mejor presente y futuro. Hoy entiendo mejor que nunca, la misión que Dios tenia para mí y porque superó innumerables pruebas, que antes no entendía.
En el futuro se ve disfrutando a sus hijos en sus diferentes etapas; dado que muchos egresados la han hecho parte de su vida, sigue compartiendo puntos comunes que forman otra familia que para ella es sustancial; finalmente tiene la plena intención de mejorar siempre su relación con Dios, lo que continuará fortaleciendo con ello su crecimiento personal, para “ser para los demás”.
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